El hotel se emplaza en la antigua sede del Banc de Sabadell. Es una obra de rehabilitación que mantiene el edificio original como memoria de un tiempo en el que el paseo de Gracia era, exclusivamente, sede de bancos y comercios locales, con un carácter muy alejado del que tiene hoy en día.
El edificio original se construyó en 1955 y es obra del arquitecto Galíndez, colaborador habitual del banco. Presenta una fachada de granito y piedra de higueras, muy dura, estrictamente simétrica, de ocho alturas en el cuerpo central. Esta fachada se mantiene bien restaurada, con ventanas nuevas adecuadas al nuevo uso de hotel de lujo. Sólo se ha intervenido en el zócalo.
Con sólo tres operaciones, el edificio ha podido alojar en su seno el nuevo programa y mejorar, además, la relación con el paseo de Gracia y el encaje con la ciudad.
La primera es el zócalo. Se define un porche con tiendas y un acceso central mediante una pasarela en pendiente que suple la escalera imperial original. La recepción se sitúa en el altillo, en el fondo del solar. El camino de acceso es totalmente público.
La segunda es un bellísimo atrio a toda altura del edificio, que facilita su percepción global, organiza las plantas de las habitaciones e ilumina la pasarela de entrada y crea un acceso espectacular.
La tercera consiste en una fachada totalmente nueva que da al patio interior de la manzana, asomada a un jardín diseñado por Bet Figueras.
Los interiores, realizados en colaboración con Patricia Urquiola, son de un diseño caligráfico, delicado, sensible, que juega con el matiz de las luces y con la sensualidad de los espacios. El color blanco, las luces indirectas y matizadas, las celosías, los muebles cálidos por contraste son el leitmotiv de todos los espacios del edificio, con diversas partes públicas y visitables.
El Hotel Mandarin de Barcelona es fruto de un largo recorrido donde sólo la perseverancia entre “cliente y arquitecto” podría contar 5 años de trabajo. A principios del verano de 2004 se empezó a trabajar sobre la vaga idea de un Hotel en el Paseo de Gracia. No existía entonces ningún contacto con Mandarin Oriental ni con ninguna otra empresa hotelera. Sólo la ilusión de formular una propuesta que supusiera un impulso de interés para la ciudad.
A principios de 2003, Barcelona no contaba con nuevas ofertas hoteleras de carácter internacional y en el centro de la ciudad, desde los Juegos Olímpicos. Sobre esta conciencia de la Barcelona de inicios del siglo XXI se empieza a trabajar en un proyecto que ha ido tomando forma a medida que los participantes se han enfrentado a la realidad de lo que significa introducir un equipamiento de proyección internacional en el corazón del Ensanche de Cerdà.
Barcelona cuenta con todo lo necesario para constituirse como destino de gran interés internacional y como capital cultural y empresarial del mediterráneo. La reciente designación de Barcelona como sede de la capital del Mediterráneo confirma esta realidad.
Implantar un hotel de las características del Hotel Mandarin en el centro de Barcelona es un logro tanto por aspectos técnicos como urbanísticos y arquitectónicos. El trabajo trasciende del ámbito urbano y de la ciudad.