Los jardines Antònia Vilàs se encuentran en el barrio de la Barceloneta, en un solar que linda con las calles de Balboa y Ginebra, y dos edificios residenciales. El Ayuntamiento de Barcelona plantea crear un nuevo espacio público mediante un proceso de participación ciudadana. Fruto de este, se genera un programa de necesidades y los primeros esbozos del proyecto. Las sesiones de participación sirven para definir el nuevo carácter de este espacio. Éste debe ser un jardín donde haya espacios de juego, espacios para estar, una fuente y un recinto donde varias cooperativas del barrio puedan plantar un huerto.
A la suma de requerimientos por parte de los vecinos se suman los condicionantes de los servicios técnicos del Ayuntamiento, como la accesibilidad de personas y vehículos de mantenimiento y otros; la relación respecto a los edificios vecinos, tanto desde el punto de vista de las visuales del jardín hacia el edificio como de las viviendas hacia el jardín; y otros condicionantes ambientales propios del sitio como la consecución y la topografía.
Con todas estas premisas, el proyecto se plantea como una sucesión de espacios de escalera más pequeña donde toda una serie de elementos susceptibles de ser elementos de juego y diseñados expresamente se colocan estratégicamente en este solar alargado. Esta sucesión de espacios va configurando un recorrido de pavimento de hormigón en zigzag que cruza todo el jardín y va de calle a calle, haciendo todo el jardín accesible. Los distintos episodios tienen la voluntad de recrear posibles secuencias y experiencias que se puedan tener en un jardín. Las escenas se construyen de diversas formas, ya sea a partir de la vegetación; de las alfombras del pavimento blando en sablón, arena o suelo; de los distintos elementos metálicos; de topografías en caucho que surgen del suelo; de rocas reales que pasan de estar varadas sobre la arena a subir por una pared de hormigón arañada; o de un futuro techo vegetal soportado por dos pórticos en cruz. El diseño del espacio a través del juego nos permite crear una nueva concepción del espacio público donde los distintos elementos que lo conforman no deban tener necesariamente una única función definida y donde los distintos elementos puedan ser usados diferentemente por los diferentes usuarios. Pretende ser en este sentido un alegato del espacio público como un lugar donde niños y adultos puedan encontrarse y vivir experiencias libremente.
La vegetación es uno de los materiales más importantes y presentes en el sitio para potenciar el carácter de jardín, siempre bajo la premisa de que el uso de la vegetación no nos invalide el uso del espacio. Por eso, las alfombras de vegetación están estratégicamente colocadas para crear las diferentes atmósferas de las escenas. En el caso de los límites longitudinales del espacio, un seto vegetal corrido conformado por eugenias, granados, choisyas y membrillo japonés nos separa de los edificios residenciales. La vegetación aérea mayoritariamente caduca tal como los árboles (tarajes y sóforas), la palmera (palmera pindón) y la pérgola vegetal formada por glicina y bignonia, filtrará la luz solar y generará en los próximos años, aparte de privacidad respecto a visiones desde arriba, una buena atmósfera en el jardín.
El cromatismo del jardín varía a lo largo de todo el año potenciando así la idea de episodios distintos gracias a la vegetación. Especies de hoja caduca o con coloración en sus hojas como la forsitia, la glicina o la nandina son un ejemplo. El cromatismo dado por la vegetación se suma al de los elementos y pavimentos del jardín donde los colores están presentes.