El proyecto aborda la intervención sobre unas instalaciones deportivas construidas en 1976, con una piscina añadida diez años más tarde. El conjunto preexistente planteaba graves disfunciones desde un punto de vista del tráfico y las comunicaciones, tanto de orden interno como de los elementos del entorno. La propuesta inicial planteaba la construcción de un pabellón polideportivo junto a las instalaciones preexistentes, pero la intervención definitiva actúa sobre todos los elementos del viejo pabellón, mediante el añadido de nuevos elementos arquitectónicos o la recuperación de otros elementos que eran obsoletos desde un punto de vista funcional. Se construye un nuevo edificio que actúa como intercambiador de transporte. La intervención tiene en cuenta dos consideraciones básicas: la que relaciona el nuevo complejo deportivo con su entorno inmediato, y la articulación y coherencia de los distintos componentes funcionales que lo integran.
El nuevo centro deportivo de la Bonaigua es un proyecto originalmente ganador de un concurso convocado en 1996 por el Ayuntamiento de Sant Just Desvern, Barcelona. Nuestra propuesta, lejos de situarse en el nuevo emplazamiento que se sugería, abandonando el complejo obsoleto existente, se arriesga a colocarse sobre él para solucionar la accesibilidad del conjunto. De esta forma se recupera, además, el antiguo complejo con un edificio que funciona como un intercambiador de transporte y que se conecta con el entorno, con el paseo y el futuro parque, y une las diferentes piezas entre sí con un nuevo ascensor y rampas. Esta conexión da sentido a la situación actual del edificio como futura puerta del parque, marcada con las dos grandes cerchas que aparecen en la cubierta.
Lejos de una voluntad de mimetismo, fragmentación e integración, nuestra propuesta ha querido, con la densidad, escala y rotundidad de la intervención, recalificar un entorno caótico, un lugar límite donde lo urbano se mezcla con el mundo rural.
El edificio se ha pensado con una lógica estructural y constructiva acondicionada por un terreno malo: la cubierta queda sostenida por dos grandes cerchas exteriores que nos permiten reducir el volumen exterior a lo estrictamente útil. Soportadas por 4 pilares que pisan con cuidado las instalaciones existentes, la estructura de la pista gira 90º y aprovecha la cimentación existente en un extremo a la vez que el otro se entrega a una cercha que soporta las nuevas gradas y cierra los vestuarios.
Cada elemento, estructura, instalaciones y cierres se montan en la obra y se dejan a la vista para marcar su independencia. Los materiales utilizados insisten en la definición de un interior denso. El policarbonato difumina la luz en pista, pasillos y vestuarios para construir una atmósfera de fluido denso que llene el gran hueco de la sala polideportiva. El ladrillo esmaltado azul oscuro absorbe la luz aportando profundidad y reflejos.