El hotel ME y el edificio de oficinas adyacente forman un complejo de dos edificios equivalentes en forma y materiales que se buscan y complementan formalmente, emplazados en uno de los cruces clave del Poblenou, el que forman la avenida Diagonal y Pere IV. Los dos edificios están separados por la calle Lope de Vega, pero ni uno ni otro lo tienen en cuenta para su alineación.
El hotel está alineado con Pere IV y las oficinas con la Diagonal. Ambos presentan volúmenes muy abstractos con ciertas características comunes que forman un conjunto unitario constituido por dos conjuntos (cada uno es un edificio) de dos prismas superpuestos que se deslizan entre sí. Al deslizarse, el prisma superior queda parcialmente en voladizo. El edificio de oficinas es una pantalla sobre la Diagonal. Su voladizo se proyecta hacia la calle Lope de Vega. El edificio del hotel, el más singular de los dos, es un rascacielos muy esbelto formado por dos cuerpos prismáticos, uno de ellos cuatro plantas sobre la calle. El voladizo marca el acceso al edificio y se abre sobre Pedro IV. Así pues, los dos voladizos no se miran uno a otro, pero sí que son percibidos como una sola intervención cuando se miran juntos.
El tratamiento de la fachada de los dos edificios es unitario, a base de materiales acristalados o metales muy lisos, buscando superficies reflectantes que permitan la lectura unitaria del volumen. Las ventanas del hotel se disponen en damero para facilitar la lectura unitaria de la fachada y no distorsionar los planes. El hotel no presenta ningún zócalo y su tratamiento de fachada se estrella contra el suelo de forma indiferenciada.
Resulta remarcable el hecho de que los edificios por separado y el conjunto unitario que forman no están diseñados para ser mirados de frente, sino para las visiones oblicuas que fuerzan las calles en las que se emplazan. Incluso la visión frontal desde el otro lado de la Diagonal deja uno de los dos edificios oblicuos y refuerza el carácter escultórico del conjunto.
El conjunto queda complementado por un edificio de servicio situado detrás del hotel, resuelto con el mismo lenguaje, que por estar alineado con Pere IV y desalineado con Lope de Vega, la calle donde se vierte, forma una plaza de acceso bastante atractiva desde la que existen unas visiones muy interesantes del edificio.

El hotel se apoya en las dos dimensiones que conforman la identidad de la metrópolis catalana: la trama horizontal del plan Cerdà y la dinámica vertical de la Sagrada Familia, la torre Agbar y la montaña del Tibidabo. El edificio se compone de un sencillo juego de volúmenes enlazados: un cubo asentado en la horizontalidad de la ciudad y una torre de 30 plantas que ofrece un nuevo punto de referencia. Un impresionante voladizo a 20m marca la entrada en la Av. Diagonal como seña de identidad y, en la parte posterior, el cubo dintel con una plaza abierta. La macla de estas cajas determina la distribución de las funciones. El volumen situado en la parte trasera reúne los servicios colectivos del hotel, y la torre, ancha y de poca profundidad, alberga las habitaciones. Estas han sido diseñadas para orientar la mirada hacia el exterior mediante amplias ventanas. Esta visión queda recortada por paneles de diferentes opacidades y texturas que revisten la fachada y la animan tanto de día como de noche.