Ya en sus primeros pasos para la concepción de la sede institucional de ROCA o Roca Barcelona Gallery, se entiende el proyecto arquitectónico como una herramienta de difusión de una marca y una empresa. El edificio se plantea a partir de la estrategia de comunicación, una forma más de difundir los valores, la historia y los retos de la compañía y un canal de transmisión para atraer el interés de la ciudadanía hacia los valores, el producto, los proyectos y las inquietudes de una empresa con más de 80 años de historia como Roca.
El encargo contempla la realización de un programa complejo en el que se mezclan y conviven la sede institucional, un museo de la marca y una plataforma de eventos de carácter social y del mundo empresarial.
El proyecto arquitectónico se ha basado en dos ideas esenciales. Su forma y aspecto exterior y experiencia del espacio vivida en su interior.
El edificio, rodeado por múltiples edificaciones de mayor altura, pretende mostrarse en la ciudad entendiendo su propia escalera. Debido a su contexto urbano, el edificio se encuentra embebido por las volumetrías adyacentes y se distingue por su menor escala y por su pureza de formas. Sin recurrir a las formas especulativas propias de una arquitectura que busca realizarse a través del espectáculo, el edificio, a la vez que discreto y elegante, logra diferenciarse de cualquier otro.
Como objetivo principal se investigó y trabajó para concebir una fachada que siendo observada con un mínimo detenimiento no dejara indiferente y tratara de suscitar curiosidad. Asimismo, se renunció desde un principio a la posibilidad de plantear una “piel” para el edificio que quizás pudiera ofrecer un efecto vistoso hacia el exterior pero que en cambio no tuviera relación o consecuencia aparente al interior.
Se buscó, por tanto, trabajar al máximo bajo estas premisas. Por último, después de tantear diferentes posibilidades, planteamos una solución para la fachada basada en la forma de disposición de un único material, la sucesión de múltiples cristales dispuestos perpendicularmente al eje de la fachada. Así, a partir de pruebas y prototipos pudimos comprobar cómo se producen nuevos efectos como la difracción, la reflexión y la refracción de la luz obteniendo como resultado la distorsión, la traslación y la superposición de la imagen a través de la fachada.
Fue la luz, tanto natural de día como artificial por la noche, la que se convirtió entonces en protagonista. Así, obtuvimos una fachada totalmente ambigua que se mostraba tanto como un elemento de carácter sólido de día como líquido de noche, tanto pesada como ligera, tanto rugosa como lisa y en lo difícil en ocasiones, reconocer si su carácter es transparente, translúcido u opaco.
Así, desde el exterior, cuando miramos hacia el interior del edificio, la fachada nos ofrece una visión ambigua de su interior (distorsionada) haciendo necesario entrar para descubrirlo realmente; una vez dentro, si miramos hacia el exterior, hacia la ciudad, observaremos toda una serie de efectos visuales como si de un juego se tratara, donde nada está realmente donde debería estar. Unos rayos de luz atraviesan en línea recta mientras otros se reflejan al revés, produciendo algo parecido a una superposición de la imagen. Otros, al mismo tiempo se difractan por mostrarse en todos los colores del arco iris.
Desde dentro, observamos calles donde antes no había, se duplican edificios y vemos a peatones caminando, pensando que están donde los vemos pero que en realidad se encuentran en otro lugar físico diferente. Nuestro objetivo se vio cumplido ya que buscábamos la realización de una fachada que siempre que se mirara con detenimiento, ofreciera un efecto preceptivo plausible pero sutil al mismo tiempo.
Así como se concibe un edificio proyectado hacia el exterior, se busca un mundo, un espacio y un ambiente único en su interior.
Una vez dentro, mediante el uso de la luz, los audiovisuales, los materiales y los elementos expositivos, se ha intentado generar un espacio interior muy diferenciado de un espacio expositivo habitual, donde el visitante viva una experiencia intensa y única con el edificio. El espacio interior, por lo tanto, se concibe como una experiencia personal y sensorial en la que el usuario o visitante interactúa con el edificio gracias a detectores de presencia, altavoces direccionales, cambios de luz, proyecciones, personajes proyectados que interactúan con los visitantes y pantallas de plasma que proyectan objetos en movimiento. Al mismo tiempo, todos estos elementos se ven insertados como si flotaran en un espacio indivisible y continuo. La aplicación de un pavimento ligeramente reflectante y experimental realizado en una cerámica, un falso techo en acero inoxidable y las paredes de tetraedros de espuma, conforman los tres materiales principales en su interior. Todos ellos materiales continuos, tres planos que debido a su condición de continuidad recrean un espacio ingrávido, marcando la horizontalidad y sin referencias espaciales o formales convirtiendo el espacio físico en una suerte de espacio virtual.
La tecnología aplicada a la construcción, a los audiovisuales y a la forma de explicar la marca y su producto, son esenciales para transmitir el compromiso que la empresa tiene con su futuro. El proyecto para Roca Barcelona Gallery se hace eco de las tecnologías más avanzadas en materia de iluminación, materiales tales como la cerámica, el vidrio y el acero.
Por todo ello, ha sido necesario que ROCA y el equipo de arquitectura de OAB (Borja, Lucía y Carlos Ferrater) haya contado con otro equipo de expertos en distintos campos como la comunicación, la construcción, la iluminación, los audiovisuales y otros muchos especialistas de excelencia que han hecho posible la creación de un edificio puntero y emblema de su marca.