L’edifici dels jutjats ha d’assumir els condicionants d’un lloc situat en el límit del paisatge urbà de Girona, a prop del riu Onyar, a la riba oposada a la zona antiga de la ciutat i davant el conjunt monumental de la Catedral i el pinacle de l’església de Sant Feliu. Un edifici de gran complexitat programàtica, amb varietat d’espais, on la consideració d’allò públic i d’allò privat o restringit, fa necessària una claredat de circulacions i una lògica d’agrupació d’àrees segons les activitats i la seva situació respecte l’exterior. En l’ala principal s’ubiquen els serveis comuns, les magistratures i les zones representatives. A l’altra, els jutjats amb les sales de vista en planta baixa.

La situación previa de la Ciudad de la Justicia presentaba los diferentes departamentos judiciales de la ciudad de Barcelona y de L'Hospitalet de Llobregat esparcidos en 17 edificios, repartidos entre ambas ciudades. La unificación de todos ellos en una nueva Ciudad de la Justicia resulta en una mayor eficiencia, permite que los espacios de trabajo se adapten a la constante transformación del cuerpo judicial y, a su vez, se reserva espacio para un futuro crecimiento. La propuesta más significativa del proyecto es la de fragmentar el ambicioso programa -de 241.519,92 m2 de superficie construida- en una serie de edificios separados, aunque interrelacionados, que se disponen sobre un espacio con voluntad de plaza pública. Los edificios se revelan como bloques medidos, con fachadas portantes de hormigón armado y coloreado. La propuesta pretende equilibrar las distintas relaciones entre áreas de trabajo, zonas públicas y paisaje. El edificio atrio se convierte en el principal espacio público del complejo y tiene carácter de zona de relación y circulación principal de la Ciudad Judicial. Actúa como calle de distribución y como filtro de acceso a las dependencias judiciales. Con sólo cuatro alturas, su impacto volumétrico es inferior. Este elemento también permite articular las entradas en la Ciudad de la Justicia y al mismo tiempo dotarlas de un espacio de presentación y relación indispensable en una intervención de estas características. Respecto al material, las fachadas son de hormigón armado coloreado. Realizado in situ, el pigmento se agrega en la dosificación y no a posteriori. Mientras que la textura lisa se advierte en la percepción próxima, el color juega un papel fundamental a nivel global. La diversidad de volúmenes y su tratamiento indiferenciado se ven complementados por la coloración que identifica a cada uno de los edificios: seis colores para ocho edificios. Los pigmentos son básicamente óxidos de hierro excepto el verde, que es óxido de cromo. Entre sus características más destacables cabe apuntar que son estables, indisolubles e inertes, manteniendo intactas las cualidades del color con el paso del tiempo.